"Siempre te reencuentras con quien amaste en el pasado"

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miércoles, septiembre 29, 2010

Todavia vale la pena casarse...



Muchas de las instituciones que consideramos básicas de nuestra sociedad han tenido que adaptarse, inevitablemente, a los cambios de la sociedad misma. Ha quedado demostrado que si no cambian, la gente lo hace por su cuenta y sin pedir demasiado permiso.

Así es como se tuvo que pasar de una educación rígida y represiva a una más liberal, aunque ahora el péndulo se haya ido demasiado al otro extremo y resulte que la situación se ha desbordado. Las diferentes iglesias, las universidades, las fuerzas armadas (¿quién hubiera imaginado la cantidad de mujeres que forman parte hoy de ellas?), todos en mayor o menor medida, con placer o a contrapelo, han tenido que cambiar.

El matrimonio es una institución de las más antiguas y en consecuencia no le ha quedado más remedio que adaptarse a las circunstancias; del esquema tradicional de "él trabaja y paga las cuentas/ella se ocupa de la casa y de los niños" pasó, con cierto esfuerzo, a veces a los tumbos (y en muchos lugares no ha terminado de pasar todavía) a "los dos trabajamos, nos ocupamos a medias de todo, pagamos las cuentas entre los dos, decidimos todo democráticamente". Ha pasado a ser un arreglo cuyas partes integrantes pesan lo mismo en la balanza.

Pero existe otro problema. El matrimonio como tal proviene de la época en la que había que organizar la sociedad, establecer reglas, proteger a los hijos y cuidar las herencias (tanto, que los casamientos se arreglaban por ese motivo). Un sistema que, en términos generales, funcionó bien mientras la gente vivía como promedio de 35 a 55 años, si no moría antes por una peste o en la guerra.

Hoy rozamos los 100 años... ¿puede seguir vigente la misma institución? ¿Se puede jurar fidelidad y vivir con la misma persona durante, digamos, 75 años? Lamentablemente, los hechos despiertan serias dudas y es posible que a la larga algo deba modificarse más radicalmente. Tal vez el matrimonio, que finalmente no es más que un contrato, se transforme en una serie de contratos sucesivos por períodos de cierto número de años, renovables de acuerdo con las circunstancias de cada momento. Es sólo una teoría.

De la que de todos modos deriva una pregunta. ¿Todavía vale la pena casarse? Porque si vamos a las estadísticas, crece el número de divorcios y el de personas que viven solas mientras que disminuye notablemente el número de matrimonios.

Es decir, una vez más la sociedad resuelve las cosas según sus necesidades y en desacuerdo con las leyes y costumbres ancestrales. Tanto elegir a la persona equivocada, tanto divorcio caro y doloroso, tanta fobia al compromiso llevan a que la gente desista de casarse. Posiblemente influya también el hecho de que la falta de papeles deje una sensación artificial de que se puede volver atrás o, incluso, mantiene la magia de la trasgresión; sensaciones un tanto contradictorias después de varios años y con algunos hijos...

Pero ¿qué más sucede en la realidad? Pasa que, aún cuando la presión social ha disminuido, cuando las dudas y el temor al fracaso van en aumento, cuando el cambio de roles lo confunde todo, la gente igual se sigue casando. Son muchas las chicas que aún sueñan con el vestido blanco y la marcha nupcial, muchas las parejas que quieren la fiesta con vals y carnaval carioca para después vivir juntos y con libreta aún a riesgo de equivocarse. Parece que todavía vale la pena.

Algunas recomendaciones (de las que nadie suele escuchar) que debes tener en cuenta para tener mejores posibilidades de éxito en el matrimonio:


1* No dejes nada sin averiguar acerca de tu novio antes de casarte. Pregunta, pregunta, pregunta. Nada peor que descubrir aspectos intolerables con la alianza ya puesta.

2* Reflexiona en cuáles son las condiciones que debe tener porque para ti resultan sagradas (¿leal, afectuoso, buena persona, honesto, divertido?) y fíjate si las cumple.

3* No creas en aquello de "comoesunpríncipeazulmetienequetratarcomoaunaprincesa". No funciona.

4* Tu carrera es valiosa pero tu vida es un todo, no dejes que pese más de lo que vale. El precio a pagar suele ser caro.

5* No dejes dudas o temas pendientes sin hablarlos con franqueza. Lo que se guarda se transforma en facturas a pagar.

6* Conserva y respeta tus lugares y los suyos (esto incluye actividades, amigos, etc.)

7* Se tolerante pero no sumisa hacia aspectos que te molesten. Y no esperes que cambien.

8* El amor y la pasión son esenciales, pero la amistad que surge con el tiempo es más sólida y valiosa.

9* ¿Te hace reír? Cuídalo como si fuera de oro.

¿Qué recomendarías de acuerdo con tu experiencia?

Fuente: Blog de Daniela de Signi

Comentario personal:

Veran, yo aun creo en eso del amor verdadero, juntos hasta la muerte, en las buenas y en las malas, etc. Sera que soy una clasica romantica, pero, no puedo evitarlo! es decir, creo en el amor, en el matrimonio y en el principe azul (espero no llevarme una gran decepcion!). Bye!

domingo, septiembre 26, 2010

Vivir con poco...



Yo suelo reorganizar todas mis cosas al final de año, asi, empiezo una nueva vida todos los años (segun yo...), Saludos!

Guardamos por años un pantalón con la esperanza de que vuelva a entrarnos. Salvamos de la basura a una vieja licuadora por si la multiprocesadora de última generación se llega a romper. Apilamos discos y cassettes para volverlos a escuchar cuando arreglemos el viejo equipo de audio. La lista de cosas inútiles que nos acompañan por años es infinita.

Sí, somos acumuladores seriales, y lo confirmamos justo ahora cuando empiezan a circular teorías sociológicas que aconsejan andar livianos de objetos inútiles si queremos ser felices.

Teoría que encuentra su asidero en la reacción de muchos afectados por la crisis financiera de los Estados Unidos que, frente a las urgencias económicas y ante la necesidad de achicarse, al bajar sus niveles habituales de consumo, se reencontraron con el placer de “andar más livianos” por la vida.

No obstante, aún son muchos los que guardan por guardar. Dice la psicología moderna que lo hacen para resguardarse de un futuro incierto. Incluso, que hay algo en nuestra memoria genética que nos incita a acumular para los tiempos de escasez, en pos de la preservación de la especie.

¿Es solo una cuestión de supervivencia innata? ¿O nos satisface llenarnos de objetos? ¿No será que más que tener, lo que nos gusta es la sensación de felicidad que nos genera ir detrás del objeto añorado? Deseo que una vez cumplido, no nos satisface y nos lleva a querer otra cosa, y otra, y otra, y así indefinidamente.

Probar desprenderse de lo que no es necesario, puede dejarnos mucho espacio listo para ser llenado por nuevas experiencias. Aquí algunas pistas para reconocer las cosas que “ya fueron”, y pasar a darles mejor destino:

- Si es ropa o un accesorio que no usas hace más de dos temporadas.
- Si las guardás sólo por su valor nostálgico (juguetes, revistas, cuadernos del primario).
- Si tenés poco espacio para lo nuevo.
- Si está roto y no tiene arreglo.

Si el proceso se te hace difícil, nada mejor que un buen amigo al que le puedas encomendar que revise sin contemplaciones y “disponga” de tu vestidor o la pila de comprobantes de pagos de tarjetas de crédito, facturas de luz, gas y teléfono, esos papeles que creemos que alguien nos pedirá algún día y que ya cumplieron diez años en la misma caja tapada por el polvo.

¿De qué cosas te cuesta desprenderte?

Fuente: Blog de Adriana Balaguer

domingo, septiembre 12, 2010

El dilema

Solo para pensar...



Reir es arriesgarse a parecer tonto…



Llorar es arriesgarse a parecer sentimental…



Pretender a alguien es arriesgarse a comprometerse…



Expresar sentimientos es arriesgarse a ser rechazado…



Exponer tus sueños frente a las multitudes es arriesgarse a hacer el ridículo…



Amar es arriesgarse a no ser correspondido...



Adelantarse en presencia de adversidades es arriesgarse a fallar...



Pero los riesgos deben ser tomados, porque el mas grande de los peligros en la vida es el de no arriesgarse a nada



La persona que no arriesga nada, no tiene nada, no hace nada… es nada



Debe evitar sufrir y penar, pero no puede aprender, sentir, crecer, amar, cambiar.



Es un esclavo de sus incertidumbres



Solo la persona que toma riesgos es libre



¡Felíz día!, saludos...

Agradecimiento: Al correo-cadena que me envia mi amiga de Argentina: Nochi.

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